Tuesday 1 October 2013

NUESTRO PRIMER ENCUENTRO

La conocí riéndose. Ella cantaba y animaba a todo el equipo. Me miraba fijamente a los ojos y me cantaba canciones con mi nombre. Era charming total. Era tan agradable estar a su lado que mis compis y yo la empezamos a llamar mamá. Era la mamá de todos nosotros. Fue en el momento en el que se quito el disfraz cuando realmente pude conocerla. Llevaba el pelo rapado, con flequillo y un rubio platino brillante. Llevaba dos agujeros en cada oreja y enormes aros por pendientes. Mirando sus pechos podías entrever un tatuaje de un corazón junto al nombre de Ralph. Su apariencia era de una rockera de cincuenta años con un espíritu de veinte. Al leer su rostro su mirada y su sonrisa te decían: “la voy a liar, jeje”. Era una travesura contagiosa. Sus ojos eran rasgados, de color azul añil, pequeños, profundos. Su sonrisa era enorme, blanca, preciosa. Toda ella tenía un algo que yo qué sé.

Cuando tuve un momento para hablar con ella a solas le pregunté: “te gusta esto?” ella me dijo que sí completamente convencida, que era simplemente un trabajo. Me dejó de piedra. Es curioso porque era la mayor de todos y trabajaba como la que más. No descansaba ni un segundo. Hacía su trabajo el doble de rápido que los demás, sin quejarse y siempre sonriendo. Era asquerosamente envidiable.  Cuando subimos al autocar nos caímos tan bien que me pidió mi número de móvil y me invitó a comer a su casa el fin de semana. Fue todo muy rápido. Todos nos despedimos de ella agitando la mano y con un grito al unísono: “I love you mum!”.


Y así fue el comienzo de una gran amistad. 


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